Las fiestas de Moros y Cristianos son las más importantes de Alcoy.
Están dedicadas a San Jorge y a su alrededor existe una gran tradición. Se
celebran desde el siglo XVI y recuerdan una batalla ocurrida en 1276. En
aquella época, la ciudad se encontraba en la zona fronteriza con el territorio
dominado por los musulmanes en la península. Las escaramuzas eran frecuentes y
el 23 de abril de ese año, las tropas árabes de Al-Azraq intentaron asaltar la
villa. Cuenta la leyenda que, en el transcurso del enfrentamiento, apareció San
Jorge y gracias a su intervención, el ejército cristiano ganó la batalla,
provocando la retirada definitiva de los musulmanes. Como reconocimiento, los
habitantes de Alcoy le nombraron patrón de la localidad y prometieron celebrar
una fiesta en su honor cada 23 de abril.
De este modo, todos los años, la ciudad se engalana como si fuera la
Edad Media para vivir su fiesta mayor. El primer día, se produce el
espectacular desfile de los bandos moro y cristiano: los miembros de las
distintas agrupaciones que componen cada uno de los ejércitos recorren las
calles de Alcoy con porte majestuoso y vestidos con atuendos de lujo. Alrededor
de 5.000 personas participan en este acto multitudinario. El segundo día, se
celebran los diferentes actos en honor a San Jorge. Y el tercero, se realiza la
gran batalla en el castillo instalado en la plaza de España, que simboliza la
ciudad. Hasta allí se acercan las tropas musulmanas para intentar que los
cristianos se rindan, pero la oferta es rechazada y comienza una lucha que
acaba con la ocupación de la fortaleza por parte de los árabes. Por la tarde,
el ejército cristiano vuelve a reconquistar el castillo y, tras negociar sin
éxito la rendición de los ocupantes, empieza el combate final, en el que los
moros son derrotados. Por la noche, la aparición de San Jorge pone fin a estos
tres días de fiestas hasta el año siguiente. El patrón de la ciudad surge en lo
alto del castillo, montado a caballo y lanzando flechas que, si lo desea, puede
llevarse como recuerdo.
El 23 de abril de 2013 salió a la luz una noticia que hablaba
precisamente de esta fiesta, y cuyo titular dice así: “¿Irán? No, Alcoi”[1].
A pesar del título, que considero poco apropiado porque Irán no tiene nada que
ver en este asunto, la polémica viene por el “atuendo” que llevaban los
componentes de una de las carrozas, en concreto, la de Benimerines. En ella,
hombres y mujeres se colocaron un niqab, como intento de simular la vestimenta de la mujer andalusí y
musulmana. Como en todo, ha habido una parte que lo ha considerado muy polémico
por la defensa de los derechos de la mujer; y la otra parte, lo ha considerado
simplemente como una representación que nada tiene que ver con la política. Sin
embargo, este tema puede girar en torno a muchas direcciones, por lo que hay
que tratarlo con delicadeza. Sí que es verdad, que esto es solo una fiesta y
que no hay que hacer política de ella, pero da qué pensar que el atuendo del
año mil y pico siga siendo el mismo que el que llevan las mujeres en la Arabia
Saudí actual (por ejemplo, porque no todas las mujeres musulmanas llevan niqab). Pero, ¿cómo podemos analizar estas opiniones? Si tiramos por la rama
del feminismo occidental diremos que esto es una opresión a los derechos y
libertad de la mujer, pero si nos ponemos en la piel de las mujeres que llevan
ese velo porque quieren, entonces el opresor no sería el Islam, sino el
feminismo.
Para entender bien el asunto, primero debemos conocer los diferentes tipos de velo que existen: está el hiyab que cubre solo la cabeza y la garganta; está el burka que cubre a la mujer entera; luego el niqab que deja ver los ojos; el chador que caracteriza a las mujeres iraníes para salir de casa, que cubre todo el cuerpo y puede combinarse con un pañuelo en la cabeza; y la shayla que es un pañuelo que va alrededor de la cabeza y se emplea sobretodo en la zona del Golfo Pérsico. Sin embargo, la mujer andalusí no era portadora de ninguno de estos atuendos. La mujer andalusí llevaba velos que decoraban su cabeza, altos tocados, y se cubrían el resto del rostro cuando el decoro lo exigía [2]. En algunos sitios era por religión, pero en otros era por lo dañina que era la luz del sol (por eso a veces los hombres también se cubrían)[3]. Además, como en cualquier pirámide social, la mujer que pertenecía a la clase alta se vestía con telas transparentes, anchas, de colores vivos y con tocados. En cambio, la mujer más pobre era la que vestía con telas más oscuras y tocados no tan suntuosos[4].
Por lo tanto, esta noticia abre dos frentes diferentes. El primero es el de la fiesta de Alcoy, que es una fiesta que conmemora la ayuda de San Jorge en una batalla contra los moros, pero nada más que haya que politizar. La siguiente aclaración que hay que hacer es: que no hay que confundir entre la vestimenta de la mujer musulmana actual, con la vestimenta que llevaba la mujer andalusí. Además, la carroza aunque intenta representar un hecho histórico se ha equivocado completamente de etapa, porque como ya he dicho en el párrafo anterior, la mujer andalusí no vestía con niqab.
[1] El
País, ¿Irán? No, Alcoy, Ezequiel Moltó, Valencia, abril de 2013.
[2] Rachid
El Hour, La indumentaria de las mujeres andalusíes a través del zahrat
al-Rawd fi Taljis Taqdir al-Fard de Ibn Baq, Madrid.
[3] Temas
para la Educación, Mujer y vida cotidiana en al-Ándalus, nº4, septiembre, 2009.
[4] La mujer en al-Ándalus, Paula Sánchez.
Interesante
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