jueves, 11 de julio de 2019

Realidad llamando a la puerta

Resulta que esta mañana he tenido que pedir disculpas por excederme. Disculpas porque he pedido trabajo en demasiados sitios. Disculpas porque no tengo las cosas claras. Disculpas por buscarme la vida. 

No entiendo que es lo que se espera de los jóvenes de hoy en día. Nos hacen entrevistas de una hora o más, en las que te llevan al límite. Te piden que desarrolles tu creatividad, capacidades de liderazgo, hablar al menos dos idiomas y que además tengas el don de la humildad. Y, finalmente: "ya te llamaremos". Una vez dentro, reza, porque seguramente te van a hacer la vida imposible. No sólo has tenido que demostrar que tienes más capacidades que Lara Croft, sino que además ahora te toca ser "el nuevo", "la nueva", "el eterno becario o becaria", "Bambi", "pollito", "el torpe", "el que no sabe", "la que no se entera de nada", etcétera. Y, para colmo tendrás que tragar, aguantar las humillaciones y las malas respuestas, levantarte cada mañana pensando que vas al matadero a dar las gracias y a pedir perdón, como si fueses Teresa de Calcuta. De verdad, mundo: ¿qué esperas? Empresas: ¿qué cojones queréis? Todos los abanderados de la innovación, de la juventud, de la oportunidad, de la justicia... Todos hipócritas, todos malas personas y todos chismosos. No entiendo nada.

He estado un año trabajando en un colegio donde he perdido lo poco que me quedaba de dignidad y de autoestima. Me han dado un departamento para mí sola, me dijeron que tenía libertad total para aplicar la nueva didáctica, nadie me ayudó en el otro departamento en el que se daba una lengua para la que, y por mucho que dijesen que no, SÍ estaba habilitada a dar, y además una tutoría de veintisiete alumnos que eran cada uno de su padre y de su madre (les adoro, pero me han dado muchísima guerra). Me he dejado la piel, he intentado seguir la línea del colegio y no he parado de trabajar. ¿Para qué? Para nada. El último día me dijeron que estaba "sentenciada" desde el primer momento en el que entré. Imaginad la situación y mis pensamientos: "no vales para nada"; "eres un fracaso", "eres inútil", "esto no es lo tuyo", "no vales para nada"... A ello se suma una enorme sensación de desgana y de desazón  Tristeza y agonía. No sabes hacia dónde ir o dónde buscar. Te has quedado solo y tienes que buscarte la vida. Eso es lo que me ha pasado a mí. De cara al futuro veo que no podré cumplir los sueños que tenía de pequeña, que no encontraré vocación y que seré una ovejita con motor más de la sociedad. Pero ahí sigues. es curioso ver cómo el ser humano, aunque esté en sus momentos de mayor desesperación, siempre intenta seguir adelante y seguir sobreviviendo. Sí que va a ser verdad que la vida es un valle de lágrimas donde se viene a sufrir, como se pensaba en la Edad Media.

Ahora mismo, estoy tan frustrada y tan jodida (hablando mal y pronto) que no me veo en ninguna profesión. Sé que tengo que trabajar,  pero, ¿de qué? Estoy a muy harta de los consejitos, los contratos de mierda y la paciencia. De verdad, os digo, que os vayáis a la mierda, o por dónde sea que hayáis venido. No lo aguanto más. No puedo más. No tengo ni fe ni ganas. Necesito descansar. Y, en un tiempo y con suerte, lo mismo las cosas van a mejor.

jueves, 22 de noviembre de 2018

Todo cambia

Cuando acabas la universidad no tienes ni idea de lo que vas a hacer ni hacia dónde vas a ir, pero yo tenía muy claro desde pequeña, que lo que me gustaba era enseñar. No sabía que quería ser profesora, pero cuando me preguntaban siempre contestaba: "yo quiero ayudar a los demás", "quiero que no se sientan solos", "quiero que no pasen lo que yo he pasado y evitar que no sepan gestionar el sufrimiento o el dolor cuando estos aparecen"... Eso decía yo, y por lo que parece, he acabado siendo profesora.

Llevaba ya un año en la tienda. Pensaba que nunca iba a salir de allí y que mi vida iba a consistir en subir y bajar bicis, cobrar y ordenar chalecos y culottes. A pesar de tener unos compañeros maravillosos, estaba harta. Necesitaba un cambio. Y así fue. De un día para otro, me llamaron y mi vida cambió de forma radical. Un sitio nuevo, algo lejos de casa (más de lo que me gustaría), gente y compañeros que no conocía, y que todavía, después de dos meses, me siguen sorprendiendo. Cuando entré en clase por primera vez, estaba muy asustada. Pensaba: "¿cómo van a hacerme caso a mí?, ¡solo soy una chica de veinticuatro años!". Sin embargo, poco a poco voy aprendiendo que lo que importa no es la edad que tengas, sino que hayas sacado lo mejor de las experiencias vividas y que sepas aplicarlas en tu día a día. Eso es lo que me hace seguir adelante. Eso, y mis maravillosos alumnos. 

Reconozco que, al principio, me dieron mucho miedo. Eran demasiados, gritones, movidos, respondones, y me ignoraban por completo. Pensaba todos los días en volver a la tienda, en huir, en no enfrentarme a esta nueva situación que, aunque yo no lo supiera, me gustaba. Solo pensaba en las listas, las normas, los papeles, los compañeros con ideas diferentes a las mías, la gasolina... Eran mil cosas nuevas flotando en mi cabeza que necesitaba ordenar pasito a pasito. Y entonces, les fui conociendo, uno a uno. Todos son especiales, y todos valen muchísimo. Es verdad, que a veces, me dicen cosas que no me gustan, me contestan mal, me gritan porque están nerviosos y me ofenden, pero sé que están en plena adolescencia y que es lo que muchas veces nos toca aguantar a los adultos. No dejo de pensar: "tú has pasado esto, y tienes la oportunidad de entenderlos mejor que nadie". Lo que pasa, es que hay días que se hacen más duros que otros. Por ejemplo, cuando veo que alguno de ellos lo pasa mal, es vapuleado por el resto de sus compañeros, ignorado o despreciado, hay una rabia inmensa que me recorre el cuerpo y trato de controlar para ser lo más justa posible a la hora de "regañarles". No me gusta que discriminen al diferente, ni que sean esclavos de contextos poco agradecidos. Todos los niños, a pesar de encontrarse en el inicio o en la plenitud de la adolescencia, tienen una pequeña puerta llena de luz y de bondad, que tenemos el deber moral de encontrar y trabajar para conseguir que sean grandes personas. 

Imagino que lo que siento con ellos es una sensación similar a la de ser padre o madre. Me veo en el deber de cuidarles, protegerles y enseñarles, y de estar pendiente de que no sufran: y, que si lo hacen, aprendan a mirar al miedo a la cara y a decirle: "oye, que estoy aquí y no me tiemblan las piernas cuando llamas a la puerta". Quiero que sean felices, que aprendan día a día, y que se quieran, en defectos y valores, porque eso es lo que les hace grandes y reales. Son pequeñas figuritas con las que hay que ir trabajando día a día, hasta que llegará un momento, en el que empiecen a brillar, y es en ese punto cuando te darás cuenta de que todos tus esfuerzos, aunque poco agradecidos, han valido la pena.

Acabo de empezar. Espero que me queden muchos años de trayectoria y mucho que aprender de la propia enseñanza, ya que es una labor maravillosa y para la que hay que tener mucha vocación para poder disfrutarla. Jamás me rendiré con ellos. Y, aunque me vaya y cambie de colegio, siempre estaré presente para ser su guía, amiga, hermana mayor o referente que necesiten cuando se sientan solo. Ellos, lo merecen todo y más. 

martes, 20 de mayo de 2014

EL HAMMAM: de al-Ándalus a la actualidad


Los “hammames” o baños árabes, son más bien conocidos como espacios tanto de ocio, como de relajación y aseo. Son una de las tradiciones árabes más placenteras que existe, y que poco a poco van cobrando importancia en nuestro país. Estos baños son y fueron de carácter público. Tenían funciones de descanso, reunión social, higiene y hasta política. En nuestra Península, podemos tomar como principal ejemplo, todos los que hay en torno a las calles de Córdoba. Estos hammames aparecieron en el año 600, con Abd al-Rahmán, y la época de mayor esplendor. Otras ciudades españolas como Granada o Madrid, también cuentan con estas instalaciones dentro de su casco urbano. Gracias a la influencia andalusí, actualmente somos herederos de piscinas de aguas frías, calientes o templadas, zonas de masaje, salas de vapor, baños turcos y aceites aromáticos. Son lugares de calma y relajación, de ambiente silencioso o acompañado de música relajante, que permite revitalizar el cuerpo y descansar la mente. [1]  

Un hammam es un baño de vapor de agua. Las paredes y el suelo que lo rodean llevan conductos, tuber´´ias hechas con cerámica, por donde pasaba el agua que calentaba la zona de las calderas. Esta zona se mantenía caliente gracias a las leñas que se quemaban en una zona cercana. Por lo tanto, no era solo el agua lo que estaba caliente, sino también el suelo de mármol, donde era obligatorio andar totalmente descalzo. Los andalusíes disfrutaban de estos baños por todo al-Ándalus y también por el mar Mediterráeo. Los hammames eran lugares de convivencia de las tres religiones, que sin embargo, eran muy criticados por alfaquíes. Y para entender esto, no tenemos más que trasladarnos a los tratados de Ibn Abdun, donde encontramos frases como: “un musulmán no debe dar masaje ni a un judío ni a un cristiano”; “los bañeros, los masajistas y los barberos no deberán circular por la casa de baños sino con calzones y zaragüelles”. [2]

“El hammam es un lugar en el que los hombres,
Reunidos, se parecen todos, ya sean criados,
Ya sean señores.
El hombre se codea con gente
Que no son sus amigos
Y su enemigo puede ser su compañero.”
-          Ibn al-Mugallis

Durante la Edad Media, cuando la España cristiana atravesaba un periodo de oscurantismo donde la higiene apenas estaba planteado, la Córdoba musulmana presentaba en su panorama social, más de seiscientos hammames. Estos baños públicos, herederos de las termas romanas, iban desde lo más humilde a lo más lujoso. Sus muros estaban alicatados y sus estancias se separaban por arcos y columnas, con techos abovedados y claraboyas. No solo eran lugares de descanso, sino también de reunión social y política. Algunos tratados de la época, muestran el refinamiento de estos antepasados de la Península, y datan de todo tipo de detalles sobre sus costumbres higiénicas, ¡incluso del uso de pasta dentífrica! Gracias a esta sofisticación y cuidado personal, los hammames siguen funcionando en la actualidad. Son muchos los que siguen acudiendo, por ejemplo para la realización de abluciones, que como dice el Profeta: “la higiene es una manifestación de la fe”. Es decir, que la importancia de cuidar el cuerpo viene de hace mucho tiempo atrás, y que esto además suponga un placer, relajación y acto de fe, supone una razón aún más de peso para seguir realizándolo. En el Islam, el agua es un don divino, pero también significa sabiduría y pureza, la única bebida capaz de saciar la sed del alma. Es por ello, que el hammam que el hammam está presente en cada una de las etapas de la vida: el nacimiento, la circuncisión y el matrimonio. Estos maravillosos lugares suelen estar revestidos de azulejos y rodeados de fuentes en su interior. Están formados por tres salas correlativas, que van sumergiendo al bañista por distintas temperaturas que se elevan de forma progresiva. [6]

Para estudiar bien estos baños viajamos hasta Málaga, concretamente a los Baños Árabes de Ronda, que son unos de los mejor conservados de la Península. Durante el periodo andalusí, existieron muchos de ellos, tanto en el medio rural, como en zonas más modestas. A medida que avanzó el Islam, se fueron extendiendo y haciendo costumbre. Los árabes fueron absorbiendo y desarrollando técnicas propias de higiene, partiendo de la influencia de las termas romanas, que se extendían a lo largo del mar Mediterráneo. En este lugar existían más o menos cuatro baños, aunque el de Ronda era el más grande. Estaba situado a las afueras de las murallas, en un barrio de callejuelas y pequeñas plazas con viviendas y talleres de artesanía. Podemos localizarlo entre el arroyo de las Culebras y el río Guadalevín, gracias a su gran abastecimiento de agua. [5]

El hammam de Ronda tiene la característica de haber sido construido junto a la puerta más importante de la ciudad amurallada y el puente romano.  Entre los siglos XIII y XIV Ronda pertenecía al reino nazarí y era uno de los pasos obligados hacia el Estrecho y el Magreb, por lo que el trajín de viajeros y tropas era considerable, de ahí probablemente el valor de este hammam, dispuesto en un lugar clave, con la idea de facilitar a los viajeros y soldados la posibilidad de un baño. La costumbre era que los hombres acudieran por las mañanas, mientras que las mujeres lo hacían por las tardes.  Ellas se depilaban empleando una mezcla de azúcar con agua, que se aplicaba sobre la piel en caliente para luego tirar extrayendo el vello con la raíz. Además se decoraban el pelo con henna y se perfilaban las cejas o se hacían la manicura. Para ellas era una tarde con amigas, vecinas y familia en un entorno en el que eran plenamente libres. Por otro lado, no olvidemos que estos baños también tenían funciones religiosas, como la purificación; o funciones sociales, como el encuentro, o el negocio. [3]

Ir al hammam supone seguir un ritual, que lleva su tiempo, atravesando una a una, sin prisa, las tres estancias cada cual con su función. Se accedía a un patio porticado con fuente en el centro, donde estaban las letrinas en un costado, había una zona de vestuario y sala de recepción (al-bait al-maslaj), luego se pasaba a la Sala fría (bait al-barid), que consistía en un rectángulo con pequeñas albercas con agua fría para reposar antes de proseguir hacia la sala templada (bait al-wastani). Finalmente disfrutar de la sala caliente (bait al-sajun) junto a la caldera. Como ven a medida que las salas se van alejando de la zona de la caldera, las salas se van enfriando. [4]

 “¡Cuánto fulgor y cuánto esplendor tiene nuestro hammam!
Al verlo, se diría que es cosa de magia.
Es un refugio que reúne el agua y el fuego,
Como el corazón que encierra alegría y tristeza.”

-          - Tudela, poeta del siglo XI

Funcionamiento del Hammam (TELEMADRID)



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Bibliografía:


[2] Sevilla a comienzos del siglo XII. Tratado de Ibn Abdun traducido por Emilio García Gómez y E. Lévi-Provençal. Biblioteca de temas sevillanos.

[3] http://www.turismoderonda.es/catalogo/esp/baniosarabes.htm

[5] Esplendor de al-Andalus. Henri Pérès, traducción de Mercedes García-Arenal. Libros Hiperión.
[6] http://amazighen.wordpress.com/2010/05/03/hammam-el-placer-de-los-sentidos/ (mayo 2014, 10:56)

"El mundo árabe debe recuperar el viejo espíritu integrador de al-Ándalus"

"La añoranza de la grandeza perdida"[1], es el título de un artículo que va más allá de la crítica social y política del mundo árabe. El artículo, aunque lo he obtenido del periódico El País, fue publicado por David Ignatius periodista de Washington Post Writers Group, en 2013. El artículo lo que realmente está comentando es la situación social y política que hay actualmente en Egipto. Es bastante crítico, y podemos observarlo en frases como: "Se echa en falta la ética de tolerancia que fue tan crucial en el cenit de la cultura musulmana". 

Hisham Melhem
Actualmente, Egipto no está pasando por sus mejores momentos. Y como bien dice el autor, parce que el poder se debate continuamente entre la represión de los Hermanos Musulmanes o  en la presión de los militares. El caso, es que no deja de haber un problema social y político en la zona. Como bien expresa, el problema es que hoy en día no existe una tolerancia ni entre los musulmanes, ni hacia ellos. Muchas veces estamos confundiendo la cultura árabe con el Islam, y viceversa, y no nos damos cuenta de que estamos juzgando sin entender realmente lo que ocurre. Es por ello, que debemos partir de la idea de que el Islam no es lo mismo que la política. El Islam es una religión hermosa, honesta y misericordiosa, que si fuese aplicado a la sociedad en lugar de a la política, nos sería mucho más fácil entender el buen sentido que tiene. Sin embargo, en todo existen los extremos y las ansias de poder, y es por ello que esta es la religión más criticada del mundo.

Pero ahora no estamos aquí para hablar del Islam, sino de al-Ándalus. Me ha parecido curioso que el autor nos cuente en su artículo el porqué de su decisión para escribirlo. Resulta este artículo nace de otro escrito por Hisham Melhem, en el periódico An Nahar de Beirut (que aparece nombrado por el autor de la noticia). Este periodista había realizado un viaje a nuestra Península, visitando concretamente el sur. A medida que avanza el texto, el autor describe lo que sintió este periodista al rozar las columnas de la mezquita de Córdoba, mientras se hacía la siguiente pregunta: ¿Qué ocurrió con esta cultura sublime? Se pregunta, pues, donde ha quedado la grandeza de al-Ándalus, y la coexistencia pacífica de las tres religiones.

Sin embargo, como ya hemos estudiando anteriormente a partir de reseñas como la de Maribel Fierro en la que se habla de Rosa Menocal [2]– también citada por el autor, en relación con su libro La joya de al-Ándalus (2003)-, este tema no se sabe si es de “convivencia” o de “coexistencia”. Lo único que nos ha llegado de las fuentes [3] es, que efectivamente, las tres religiones estuvieron unidas en la Península durante muchos años. Y de hecho, quedan otras fuentes que afirman que esta fue una sociedad pacífica. Precisamente, esto es lo que tanto echan de menos los autores de ambos artículos: la paz. Cuando hablan de al-Ándalus no solo imaginan un reino rico y de grandeza cultural, sino socialmente esplendoroso y estable. Es cierto que fue una época donde se realizaron inventos, avances y descubrimientos, cuya buena imagen a veces queda destruida por la crítica social (como por ejemplo confundir el mundo árabe actual con el mundo andalusí) [4]. Y no solo eso, sino que también fue un periodo de tolerancia, algo que actualmente parece que se ha olvidado.

Este artículo al que nos enfrentamos es bastante conmovedor, ya que en él se describe- como bien dice el título-, la añoranza de lo que fue al-Ándalus en sus días de gloria y que actualmente se ignora. Este texto además de criticar la situación social y política de Egipto, hace una alusión al legado de al-Ándalus, como ejemplo de la sociedad que debería tenerse actualmente. Y no en referencia a una sociedad feudal, sino a una sociedad de convivencia y tolerancia.





[1] The Washington Post Winters Group,  David Ignatius, La añoranza de la grandeza perdida, Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia, julio 2013.
[2] Maribel Fierro, Idealización de al-Ándalus, Revista de libros de la Fundación Caja Madrid, nº 94, octubre de 2004.
[3] El País, La ensoñación de la convivencia de las tres culturas en al-Ándalus, Javier Rubio, Sevilla, junio de 2009.
[4] http://clio.rediris.es/fichas/islannave/instrumentos2.htm (Blog de Elena Salgado, Licenciada en Historia).

lunes, 28 de abril de 2014

Secretos de la Alhambra


La Alhambra (Granada)[1], es una ciudad palatina andalusí, que forma un complejo conjunto palaciego orientado junto al alcázar (fortaleza), donde residían el monarca y su corte, durante el Reino nazarí de Granada (1238). Es una de las figuras más populares del arte andalusí, caracterizada por el uso del ladrillo con finalidad tanto decorativa como constructiva; las cubiertas por aljarafes y yeserías; los arcos de herradura, apuntados, polilobulados o mixtilíneos; junto con las bóvedas y las cúpulas bien decoradas. También se caracteriza por su localización y adaptación, integrado en la naturaleza andaluza. En 2011 se convirtió en el monumento español que más visitas había recibido, con una cifra de 2.310.764 visitantes. Sin embargo, en 2007 la Alhambra se había hecho aún más popular tras ser elegida como uno de los 12 Tesoros de España, en un concurso nacional realizado por COPE y ANTENA 3. Junto a ella, se encuentran otras construcciones, como la Mezquita de Córdoba o la Torre de Almansa (finalista). Etimológicamente, parte de al-Hamra, que significa literalmente: “castillo rojo”. Se definió así a causa del tono rojizo que cobraban sus paredes, elaboradas de arcilla, cuando recibían la luz del sol. Sin embargo, también hay otras fuentes que dicen que significa “ciudad de las antorchas”, pseudónimo que seguramente dieron los militares para fomentar el prestigio de la fortaleza.

Hace poco (mayo de 2011), los restauradores de esta ciudadela descubrieron 80 dibujos[2] policromados con figuras animales y humanas que permanecían ocultos bajo la madera ay el yeso desde la época de la dominación musulmana. Fue la web http://actualidad.rt.com, quien publicó esta noticia. En ella, se afirma que las obras donde se pudieron realizar estos hallazgos se remontan al periodo nazarí. De hecho, según María del Mar Villafranca (directora del Patronato de la Alhambra y el Generalife), las obras son muy valiosas porque conservan el estado original, siendo lo más curioso de ellas que no se han visto afectadas por la construcción, la humedad o los cambios que ha sufrido el monumento.

Estos descubrimientos en concreto se llevaron a cabo en el Mirador de Lindraja, habiendo entre ellos figuras vegetales, animales, fantásticas y versículos del Corán, que más adelante fueron traducidos para su posterior restauración[3]. Una de las últimas restauraciones del Palacio se ha elaborado hace solamente un año, bajo el presupuesto de 300.000 euros. Sin embargo, ya hubo otra restauración en 2010 después del terremoto que la dejó en peligro de derrumbamiento. Todas estas piezas posteriormente restauradas, fueron realizadas por artesanos encargados de la decoración de la obra nazarí. Según Elena Correa, del departamento de Restauración, estas creaciones son totalmente espontáneas y realizadas por diversión, de tal forma que nunca fueron “parte” de la decoración del palacio. De todas ellas, podemos destacar la figura de un hombre de barba blanca y turbante que aparece tras el reveso de un alfarje del Patio de los Leones[4], y esto es muy curioso porque en el arte musulmán la representación humana estaba prohibida; lo que demuestra que los artistas desafiaban esta prohibición bajo la elaboración de un arte clandestino. Pero el desafío iba más lejos, y es que algunas de las obras estaban firmadas, algo muy inusual en el arte musulmán, ya que los artesanos nazaríes solían trabajar de forma anónima.


Según nos cuenta El País, en 1959 mientras se restauraba el Salón de Embajadores del Palacio de Comares[5], aparecieron unas pinturas detrás de las maderas que cubrían el techo. Por aquel entonces se pensó que se trataban de motivos florales realizados para que los artesanos supieran el orden de las piezas. Sin embargo, un tiempo después (2013), los restauradores descubrieron unos dibujos similares en el Mirador de Lindaraja (del que he hablado antes). Estas obras se remontan a finales del siglo XIV, que es efectivamente el periodo en el que se desarrolló el reino nazarí de Granada. Otra de las características que poseen estos dibujos, es que además de ser de varios tipos, están realizados con pigmentos originales que nunca han sido retocados. Por ejemplo, el hombre de barba blanca que he nombrado antes es una figura antropomorfa; es decir, que su cabeza está sobre el cuerpo de un animal (que no se sabe si es perro o gato). Según esta fuente, el trazo es perfecto y la imagen puede contemplarse como si estuviera recién hecha. Sin embargo, el hecho de que haya aparecido esta representación no quiere decir que estuviera sujeto a las reglas del arte de la época, ya que “el arte musulmán está formado por diferentes épocas”, y esta es una de ellas en la que los artistas desafiaban la normal.

Sobre la representación y esta “rebelión” de los artistas, cabe nombrar que todo viene de unos versículos del Corán. El Libro Sagrado explica que no se puede tener una imagen de Dios, y que ningún artista puede competir con la divinidad en la creación de seres reales. Esta reflexión, tuvo mucha importancia en el arte musulmán, en el que no aparecen cuerpos humanos, salvo en aquellas destinadas a la decoración de obras privadas. Es por ello que, se centraron más en la atracción a partir de las tonalidades rojizas y de color oro, junto con la geometría. Es más, puede pensarse que los autores de estas obras eran perseguidos por haber incumplido la norma, y podrían haber sido cubiertos por la madera para evitar que se descubriera este suceso. A lo mejor, como dice Villafranca, deberíamos considerarlo simplemente como “travesuras” o “como una manera de ejercitarse”, ya que no se ha encontrado ninguna relación entre los dibujos y las piezas que están sobre ellos.

Sin embargo, no es la Alhambra el único lugar donde han aparecido obras de este tipo. En otras regiones, a causa de la mayor tolerancia, han aparecido aún más. Por ejemplo, nos habla el artículo del desierto sirio donde se encuentra el palacio de Msatta (VIII), en el que existe distinción entre dependencias laicas y religiosas, donde las laicas poseen representaciones de animales con finalidad decorativa. Pero, es curioso que los dibujos de la Alhambra tengan similitudes con estas figuras. Aunque no lo debemos confundir, ya que estos últimos son más espontáneos, por lo que se piensa “que fueron realizados de manera clandestina”. Esto  ha sido demostrado por los restauradores, que bajo las palabras de Elena Correa, llegan a la conclusión de que ninguno de ellos sigue una pauta fija, que son espontáneos”, por lo que habrá que hacer algún tipo de investigación para conocer algo más sobre ellos. Por ejemplo, investigar las firmas para saber quiénes fueron estos artistas y si eran de renombre en otros lugares. 

La Alhambra es un monumento lleno de mitos, secretos y misterios que nunca dejarán de sorprendernos. 
  


[1] Ciudad de Granada, Alhambra de Granada, www.esp.andalucia.com.
[2] El País, Los  dibujos prohibidos de la Alhambra, Fernando Valverde, Madrid, mayo 2011.
[3] Patricio Cofre A., La restauración del Palacio La Alhambra comenzará a fines de mayo, marzo de 2013.
[4] José Miguel Muñoz, Expertos mundiales de restauración en la nueva escuela de La Alhambra, El País, Granada, Agosto de 2013
[5] http://www.menudaeslahistoria.com/los-dibujos-secretos-de-la-alhambra/

martes, 8 de abril de 2014

Recuperando la cosmética andalusí

Biovegetalis[1] es un colectivo de divulgación e investigación (certificados por la CRAE), formado por artesanos que tratan de recuperar la metodología de elaboración, los ingredientes y las recetas de tradición andalusí. Lo que buscan es retomar la senda que entones se seguía  y hacerla evolucionar, para poder emplearla en nuestro día diario. El objetivo es diseñar productos cosméticos con ingredientes vegetales de cultivo ecológico, a través del empleo de materias primas que no hayan pasado por un proceso industrial previo. Tampoco emplean productos animales o derivados del mismo, ya que consideran que “la cosmética ecológica debe ser elaborada con ingredientes vírgenes y métodos artesanales no agresivos ni desnaturalizantes”. Este grupo está formado por Elena Arjona (cosmetóloga y experta en formulación de productos cosméticos con ingredientes de agricultura ecológica), Sonia Terol (licenciada en Químicas), y Ángel Labib (asesor de centros termales, balnearios y baños arábigo-andalusíes).

Biovegetalis, actualmente se mueve mucho por la Comunidad Valenciana, donde trabajan con BioCultura, ya que están afincados en la provincia de Valencia. Además, afirman en la entrevista que en esta comunidad en concreto se está trabajando mucho la producción y el consumo de productos frescos y de origen ecológico, o local. Empiezan a organizarse comercios locales de los mismos, y poco a poco el consumidor va conociendo al productor. Esto nos hace remontarnos un poco al pasado, donde el comercio no era tan “expansivo” como actualmente y se desarrollaba más “cara a cara”, por lo que el objetivo de este grupo sería volver a esta tradición a través de la producción de productos naturales.

Uno de los proyectos más interesantes con los que cuenta el colectivo es el Elaborabio[2]que utilizan para la organización de cursos, conferencias y para que la gente conozca la tradición cosmética y de la medicina preventiva andalusí de la Al-Ziina. Hoy en día, gracias a la ciencia podemos saber que la civilización andalusí era en su mayoría una población autóctona peninsular, que adoptaron la religión islámica con la llegada de los nuevos gobernantes árabes, y que se adaptaron poco a poco a las costumbres que trajeron de Oriente Medio. Por lo tanto al-Ándalus, como diría Sebastián de la Obra [3][4], al-Ándalus fue una mezcla de culturas  que absorbió desde el primer momento la esencia de Oriente, que de alguna manera acabó con las costumbres que se tenían anterior a su llegada, por ser consideradas heréticas, pecaminosas y obscenas. Sin embargo, con la llegada del Islam, la población autóctona (sobre todo del sur), sintieron algo más de respeto, ya que eran más higiénicas y estéticas que el resto. Por lo tanto, durante todo este tiempo, se desarrolló una cultura de higiene y cuidado estético vinculado a la prevención de enfermedades. Aparecieron los primeros tratados de medicina estética (XII)[7][8], se desarrolló la cultura del “cuidado personal” y comenzaron a elaborarse productos y tratamientos destinados a la belleza. Por ejemplo, las termas arábigo-andalusíes se convirtieron en centros de belleza, muy visitados por la población autóctona. En estos lugares no solo se daban baños, sino que había peluquería, masajes terapéuticos, masajes con aceites aromáticos, tratamientos capilares, de maquillaje o de depilación, que podríamos retomar hoy en día gracias a esta elaboración de productos naturales[5].

No cabe duda de que el objetivo principal del colectivo es recuperar y divulgar el legado higiénico de al-Ándalus, pero no solo recuperando su arqueología, sino también el concepto de higiene que hubo en el pasado. Y para ello, necesitan estos productos de origen ecológico y vegetal, que además son más saludables. Ellos dicen que este proyecto “no trata de copiar el pasado”, sino de adaptarlo a nuestros tiempos para que no pierda su esencia. Es por ello que, Biovegetalis se ha encargado de investigar y experimentar con materiales de origen natural y vegetal, para la elaboración de productos libres de contaminantes químicos. De esta manera, consiguen recuperar la técnica empleada en al-Ándalus y retomar esta senda para poco a poco ir evolucionándola. Pero, ¿por qué al-Ándalus? Pues, porque consideran que los productos fabricados entonces contenían un conjunto de nutrientes y principios activos que actualmente se está perdiendo. Al-Ándalus fue el primer renacimiento en Europa, es una época de avance y esplendor, en la que hay un papel especial para la higiene y el cuidado estético. La civilización andalusí alcanzó una serie de cuidados que en otros lugares no se han visto. Sus métodos de extracción y elaboración fueron muy elaborados, desnaturalizando la materia para conservar sus propiedades y elaborarlos de manera artesanal.  Y, respecto a las recetas las extraen de tratados de estética de la época y piden ayuda a estudiosos de la época andalusí. Cierto es que buscan hacer una aproximación y recuperación, no una copia exacta de lo que fue la estética andalusí. De hecho, creen que esto podría suponer un gran avance en la estética y cosmética de la actualidad[6].


[1] Pedro Burruezo, Cosmética andalusí. La interesante labor de Biovegetalis, Ribat al-Ándalus a través de http://vidasana.org/print/7571.
[2] http://www.elaborabio.com/
[4] La tradición cosmética de al-Ándalus (documental, YOUTUBE).
[5] http://mejorsiesnatural.blogspot.com.es/2012/04/biovegetalis.html
[6] Mundo Bio, http://vidasana.org, abril de 2012.
[7] Avenzoar, Averroes, Ibn al-Jatib: Médicos de al-Ándalus: Perfumes, ungüentos y jarabes, Cristina de la Puente, Nivola, 2003.
[8] María Concepción Vázquez de Benito, La medicina andalusí: la medicina del TABIB y su proyección social, pág. 45-49.

jueves, 27 de marzo de 2014

Más leyendas sobre al-Ándalus


Navegando por la web de RIBAT AL-ÁNDALUS me encontré con un artículo muy interesante, cuyo encabezado decía así: "Al-Ándalus no era una sociedad de burkas"[1], lo que llamó bastante mi atención. La entrevista se la hacían a José Luis Serrano, un catedrático de Filosofía del Derecho en la Universidad de Granada, que ha publicado varios libros sobre lo que en su día fue Reino Nazarí. Ha publicado varios libros, entre ellos La Alhambra y Zawí (de Roca Editorial), donde se trata de recuperar el legado cultural de al-Ándalus. En dicha entrevista afirma que "no soporta la corriente de defensores de la Reconquista que sitúa al-Ándalus en el mismo plano que los países integristas de la actualidad". Sin embargo, lo que me llamó la atención no fue el carácter crítico de la entrevista, sino una de las preguntas que había en ella, y dice así: según estudios recientes, los andaluces tienen un 2% de sangre bereber, y los gallegos un 21%. ¿La ciencia vuelve a derribar a los nacionalismos?.

Respecto a los estudios sobre la sangre bereber, el entrevistado afirma que hay "leyendas" sobre la Reconquista. Según él, se dice que primero hay una invasión árabe que después es árabe-bereber. Estos datos los obtuvo de la revista Nature, cuyos datos (si fueran ciertos), demostrarían la tesis de Olagüe (negacionista) de que los árabes no conquistaron España, sino que fueron los bereberes. Ambos se basan en que la desertización del Sáhara se hizo 8.000 años, lo que demostraría que los íberos son bereberes que se quedaron aislados en el norte del Duero. De esta forma, los vascos y los cántabros, serían bereberes. Sin embargo, ellos no son los únicos, hace unos años en un artículo de RADIO THWIZA, se habló sobre un estudio que los doctores Francisco Leyva y Pablo Sánchez Velasco, del Departamento de Inmunología de Weldecilla, que decía que los actuales bereberes de las montañas del Atlas presentan con frecuencia de RH negativo en su sangre del 40%, y en España los vascos mantienen un 32% de RH negativo[2]. Es decir, que el componente genético de los cántabros, ofrece similitud con otras poblaciones del Norte de África. Es decir, que siempre se les ha atribuido un origen que partía de las regiones escandinavas, del norte de Francia o de Irlanda, cuando estos estudios han demostrado que sus genes coinciden con los norteafricanos, y no con los antepasados de Atapuerca. Este estudio también demuestra que del Duero hacia el sur, poseemos un 0.6% de raza negra.

A medida que avanza la entrevista, repite de nuevo: al-Ándalus no era una sociedad de burkas.  Sin embargo, la discusión no radica en si se llevaba o no el burka, como dice él, el problema es que se está comparando la sociedad y la cultura árabe actuales con la andalusí, y en eso estamos confundidos. La confusión empieza en que el burka es principalmente de origen afgano, y que según los manuscritos que Alfonso X dejó, se demuestra como vestía realmente la mujer andalusí. En ellos, se puede observar, que la mujer vestía con túnicas de colores vivos ceñidas a la cintura, y las piernas envueltas con bandas de tela. La cabeza siempre iba cubierta con un trozo de tela o velo, lo que en ningún momento tiene porque ser un burka.



[1] Diariodesevilla.es,  al-Ándalus no era una sociedad de burkas, José Luis Serrano, Granada, octubre del 2013; y RIBAT AL-ÁNDALUS.
[2] RADIO TWHIZA, ¿Vascos o bereberes?, 30 de abril de 2013.