miércoles, 28 de diciembre de 2011

De hielo

A veces confían en ella y eso le gusta porque es agradable ver la cara de alivio de una persona al dar un consejo de corazón. Sin embargo, otras veces le desespera que solamente hablen con ella para buscar consejos y ni siquiera pregunten, pero claro, es que también odia que se interesen por ella, porque, ¿Quiénes son ellos para meterse en su vida? Siempre piensa que de que se queja, si en realidad es mejor que no pregunten porque en el fondo, ¿a quién le importa?
Muchas veces antes de irse a dormir se preguntaba si alguien en ese momento se estaría acordando de ella, si alguien estaría preocupado, si alguien la querría… Pero finalmente se dormía decepcionada porque sabía que en realidad no era más que una máquina de crear consejos las 24 horas del día.
Poco a poco fue haciéndose más y más cerrada, hasta que no pudo más. En ese momento pensó que porqué no escribir un diario. Sería divertido y podría formar parte de su propio mundo, ese que ya tenía inventado desde que se cerró a los demás. Además, sería tan secreto que nadie sabría nunca que existía y podría estar escondido en mil lugares, para que todos sus sentimientos, los que decía que no tenía, quedasen encerrados para siempre entre esas páginas.


Algunas veces había sentido pero eso era un secreto que formaba parte del pequeño diario. Le hacía gracia sentir odio porque se le arrugaban las cejas y se le ponía una cara horrible, que a la vista de los demás resultaba hasta graciosa. Una vez conoció la amistad, y desde entonces es lo que más aprecia…pero ahora no va a hablar de ello, es secreto. También sintió amor, ¡pero eso es más secreto todavía!, y además lo paso fatal porque fue una considerable pérdida de tiempo, ella pasaba de esas tonterías, lo de quererse es una estupidez con lo bien que está uno con sus secretos; ¿porqué a la gente le da por compartirlos?.... qué manera de perder el tiempo. Algunas veces estaba triste pero terminaba riéndose porque le hacía gracia que una cosa tan estúpida provocase que le saliese agua de los ojos, es realmente graciosa la cara de alguien cuando está llorando. Lo que más le gustaba sentir era empatía, porque para ella era como magia. Sentir que estás en la postura de alguien es lo mejor pensaba; poder introducirte en el cuerpo de alguien y sentir lo que siente, experimentar, conocer en lo más profundo su ser. Eso sí que era divertido.Pasó el tiempo y ella y su mundo se fueron convirtiendo en un gran pedazo de hielo. Ella pensaba que era poderosa porque nadie la superaba en frialdad, no sentía nada, no lloraba, y sus puntos débiles solo los conocía el diario; por lo tanto, era invencible. Gracias a la empatía que tanto le gustaba; aprendió el funcionamiento de quienes la rodeaban: sus pensamientos, su manera de ver el mundo, su manera de sentir… conocía todos sus secretos, porque ellos se los habían desvelado. Pensaba que eran como robots y era capaz de entenderlos, introducirse en su cuerpo y sentir lo que ellos sentían. Podía ayudarlos, pero también, manipularlos. Sin embargo lo último nunca llegó a hacerlo, pues nunca le gustó dañar a las personas.

Ahora y siempre seguirá siendo un trozo de hielo, y nunca se sabe si alguien conseguirá derretirlo y llegar al lugar donde guarda todos esos pequeños secretos que guarda desde que comenzó aquel diario.

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