sábado, 7 de julio de 2012

El corazón de las alcachofas

Te quiero, confío en ti, y voy a entrar ahí dentro solo porque eres tú. Hace demasiado calor y empiezo a notar un extraño aroma a presión. Tengo la sensación de que algo no irá mal, sino que irá peor. No escucho a mi subconsciente y dejo la mente en blanco. Vamos a reír y a dejarnos llevar, somos muchos y no tengo que hacer nada que no quiera. ¿Por qué os ponéis a jugar a esto? Yo no quiero. Me empiezo a incomodar. Por favor que quite la mano de mi pierna y deje de acariciarla. Tendría que haberme puesto algo que me tapase un poco, pero fuera el calor es insoportable. Es verano y todavía no soy apenas una mujer. Tengo el alma de una niña inocente. Déjame la cintura, no me toques. Se me empieza a contraer el cuerpo. ¿A dónde váis? ¿Cómo que nos quedamos solos?  Mierda, me ha guiñado el ojo, todo esto estaba planeado. Estoy atrapada y quiero salir corriendo. No puedo, ha cerrado la puerta. Estoy en su red. Joder, joder, joder... Una caricia en la cara y una mirada que insinúa desinterés por mi opinión. Debería poder elegir, y más si es cosa de dos. Mierda; la barbilla y los labios. Por favor, que deje de mirarme y que no haga lo que creo que… acaban de darme el beso más agresivo y desagradable de toda mi vida. Suéltame y déjame libre. Hago el amago de levantarme y salir pero es más fuerte que yo y me empuja, de manera que quedo tumbada e indefensa. No puedo gritar; acabo de quedarme completamente muda. Estoy asustada. Me agarra las manos y me muerde el cuello. Me hace daño pero todavía puedo soportarlo. Quiero arrancarme las cadenas pero estoy completamente inmóvil. Estoy atrapada entre su pecho y unos colchones baratos. No dejo de sudar. Déjame, por favor. Las clavículas también se ven afectadas, y el pecho. Es desgarrador y despreciable. No me mires, no lo soporto; no quiero que me quites lo poco que llevo de ropa. Joder, que alguien venga y me saque de aquí. Me muerde el vientre y las costillas mientras noto como comienzan a saltarse mis lágrimas. Empiezo a gritar y una bofetada en la boca me silencia por completo. Sigue bajando. No, por favor, por favor. Que dolor. La embestida con la mano más fría que jamás he sentido. Es cruel. Me duele. Soy un manojo de miedos, sudores y lágrimas. Consigo liberarme y huir, muy lejos; pero sé, que siempre me va a perseguir esta imagen. 

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