Últimamente pienso mucho en ti. En cómo me abrazabas cuando era niña, cómo me
besabas la mejilla cada vez que lloraba, cómo te gustaba jugar conmigo y
hacerme “trastadas” cada vez que me despistaba. Recuerdo, aunque era muy
pequeña ese atisbo de felicidad en tu mirada. Recuerdo una mirada radiante,
brillante y única. Recuerdo lo mucho que nos queríamos. Y ahora parece que todo
ha cambiado. Cuando te miro veo a la persona que más quiero, pero también veo a
un extraño. Eres incapaz de demostrarme tu cariño, y yo tampoco se hacerlo. Te
desesperas conmigo porque has tenido un mal día. Me gritas, discutes, y después
te culpabilizabas. Yo me desespero, grito me culpo. Y ninguno de los dos pide
perdón. ¿Para qué? Es un día más en la rutina, otra discusión sin importancia.
No hay que hablar las cosas porque mañana será otro día, así que no merece la
pena discutir. El problema es que esa pasividad ha hecho que la bola se haga
más grande, y ahora no somos capaces de desenredar los nudos. Estamos separados
por un muro que ninguno de los dos podemos derribar; o es que no queremos
derribarlo. Cuando me tocas, cuando intentas abrazarme solo siento frío. En vez
de ese cosquilleo que antes era felicidad, ahora recorren mi cuerpo
calambrazos, descargas. Y no quiero que me toques, me abraces o beses. Porque
ahora te veo como un desconocido. Quiero que esto funcione, que todo vuelva a
ser como antes. Que cantemos juntos en el coche, que nos riamos de gracias que
solo nosotros entendemos, que inventemos historias, cuentos y leyendas. Echo de
menos bailar en la cocina con canciones de Sinatra, sentarnos a asar patatas en
la chimenea o pasear por la montaña. Te miro fijamente y pienso: “por favor,
háblame”, “por favor recuérdame que me quieres”. Sé que soy tan fría como el
hielo, pero a veces me gusta derretirme en tus brazos y sentirme protegida. Hay
días en los que elijo ser pequeña y solo me apetece arroparme junto a ti a ver
una película de dibujos animados.
Pero tú no sabes nada. Porque ya no soy capaz
de mirarte, de hablarte, de contarte mis
inquietudes. Siento que te he perdido, que esa unión de la que gozábamos se ha
esfumado. Ahora no puedo compartir nada contigo, la confianza se ha roto y solo
quedan recuerdos. Y a pesar de todo, espero que todo vuelva a ser como antes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario