domingo, 16 de marzo de 2014

La conquista islámica y el uso político de la historia Mercedes García Arenal

Mercedes García Arenal es una arabista licenciada por la UCM, que se dispone a reseñar el libro de Eduardo Manzano, Conquistadores, emires y califas. Los Omeyas y la formación de al-Ándalus.

Comienza el texto hablando de Joseph Ratzinger, el ex Papa Benedicto XVI, que criticaba al Islam y lo tachaba de “violento”. Hablaba de emperadores bizantinos que querían detener la conquista islámica de sus territorios, para defender la identidad cristiana y la civilización europea. Entonces, habla de pedir una disculpa por haber conquistado la Península Ibérica. Sin embargo, como bien dice la autora: “¿deberían pedir perdón los romanos?”. Por ello, nos habla de un libro que va dedicado en buena parte a esta conquista, y acaban con las malas palabras que algunos como Aznar o Ratzinger (citados por la autora), han tenido hacia el Islam.

Siempre se ha estado debatiendo la cuestión del Islam en la Península Ibérica o en Occidente, pero el problema es “que siempre se acrecienta alimentado por una cadena constante de acontecimientos que están afianzando el sentimiento de enfrentamiento e incompatibilidad”. Las posiciones cada día son más radicales, y aunque las voces que realmente tienen autoridad intentan que se las escuche, nunca conseguimos admitir del todo que el Islam forma parte de nuestra historia. Sin embargo, el problema radica en que siempre se presentan estas civilizaciones dentro de unos mismos parámetros, de unas mismas características, y eso impide que puedan conocerse más a fondo. De hecho, estos debates no tienen naturaleza histórica, sino que la cultura no llega a conocerse, y el debate es más político que histórico. Desde este punto de vista, el Islam aparece siempre como una cultura incompatible. El debate actual ni siquiera hace un análisis de la cultura, sino que hace una “división por raza”.

Sobre lo que respecta a Eduardo Manzano, conocido historiador medievalista, desarrolla su libro en torno al debate del al-Ándalus del siglo XIX, que ha terminado en una relación de enfrentamiento del Islam con la cultura española. Sin embargo, este interés no acaba de nacer, sino que viene formándose desde los años 70. España llevaba años viviendo en blanco y negro, y el concepto de identidad nacional estaba algo borroso. Por eso, cobró bastante atractivo el pensar que en la Edad Media, existía esta coexistencia pacífica entre ambas culturas. En cambio, al mismo tiempo se ha producido un “contra-mito”, que justifica el programa político creado por el multiculturalismo y la globalización de la cultura de signo islamista. Este proceso socio-político del que hablamos, viene de publicaciones como las de Aznar, que dijo que “el problema con Al-Qaeda empezó hace mil trescientos años”, y demás, que se empeñan en utilizar una determinada biografía que no habla ni mucho menos del legado que nos ha dejado al-Ándalus. Esta es una de las civilizaciones medievales mejor conocidas, ya que numerosos arqueólogos, historiadores de arte, o arabistas, han dedicado su tiempo y esfuerzo a conocer “la verdad” de dicha etapa de la historia. Pero no es esta la única barrera con la que quiere acabar, sino que también quiere derrotar aquella que separa los medievalistas del mundo cristiano y los del mundo musulmán (arabistas). Esta separación tan dañina viene de un difuso concepto de historia nacional, y por razones de “división universitaria entre departamentos y sus disciplinas”. Eduardo Manzano se propone acabar con toda especulación en su libro. Según la autora: Está muy bien escrito, desde un punto de vista formal, literario. Gracias al libro, se consigue colocar al-Ándalus dentro de las corrientes normales que desarrollan las sociedades medievales. De esta manera, se evita el rechazo hacia “los moros”, como se dice en España (y como resalta la autora).

El libro, desarrolla los tres siglos que siguieron la conquista árabe del 711 y de la formación de al-Ándalus. Para ello, ha empleado fuentes árabes y latinas, junto a fuetes de numismática y arqueología. Otra de las características es que no se centra demasiado en la religión, sino en la sociedad, el sistema administrativo, los recursos, la economía el ejército o las revueltas; junto con las formas de poblamiento, la artesanía, las innovaciones técnicas o el cultivo. Es un libro más socio-político que religioso. Sin embargo, respecto a lo que a religión se refiere, no olvidemos que actualmente no existe una misma percepción. En esta época se combatía en “nombre de Dios, porque es único”, y de hecho como no paraban de vencer, parecía que éste les apoyaba (no olvidemos que solo hacía 80 años de la muerte de Mahoma). Es curioso, que los primeros musulmanes se denominaran solo como creyentes, teniendo en cuenta que además todavía no se había formado el Islam Ortodoxo. Y, no olvidemos que durante esta etapa hubo una masiva conversión al Islam, y como dice la autora: “cómo sabría un converso si se había hecho verdadero musulmán”. Estos lazos se formaban como un nuevo acto de vasallaje, en el que el converso aportaba muchas cosas de su antigua vida, formando algo así como “una nueva religión”. No solo se formó una nueva religión, sino “un nuevo orden” social y cultural, en la que había menos conquistadores que conquistados. Por eso, la conquista terminó por ser una conversión radical y creadora de una nueva masa religiosa, que facilitaba la cohesión del Imperio. Como dice manzano: “era un monopolio”, uy bien organizado a través del ejército.

Como aspecto negativo, la autora resalta que echa en falta “un mayor énfasis en el aspecto ideológico del poder político y las características de autoridad sobre sus súbditos”. También, echa de menos la formación religiosa del Islam en relación con la sociedad. Según ella, Manzano no ha hecho ni caso a las frases de transformación social y al proceso de islamización y arabización, además de la imposición de la lengua árabe. La conversión de la lengua es una de las claves. Los judíos y cristianos escribían el árabe, por lo que esta fue la lengua oficial de al-Ándalus (por mucho que otros se empeñen en borrarla de la memoria histórica). En cambio, no deja de definir el libro como “importante” para un mayor conocimiento sobre al-Ándalus. Manzano termina hablando de un territorio totalmente islamizado y arabizado, pero no continua hablando de su formación hasta la actualidad.

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